Si los españoles o los europeos no somos capaces de acoger por humanidad a los inmigrantes o refugiados, que sea por lo que nos van a reportar económicamente.
Son absolutamente rentables. Crean riqueza, pagan impuestos, tienen los hijos que los europeos no quieren tener y ocupan puestos de trabajo que se están quedando sin ocupar como camioneros, albañiles o camareros.
Fíjense, España, el país por excelencia de los camareros resulta que ahora no quieren trabajar como tales. En una palabra, los nacionales quieren mejores condiciones de trabajo.
Cuando hablamos de inmigración siempre se piensa en que los que llegan son una carga económica para el país. Los sectores más radicales nos quieren convencer de que nos quieren quitar nuestros puestos de trabajo, vivir a nuestra costa, pero esas ideas no casan con la realidad.
Lo cierto es que, en España, en Europa en el Reino Unido del Brexit e incluso en Estados Unidos falta en estos momentos mano de obra. Faltan camioneros, trabajadores de la construcción, enfermeras y, sobre todo, falta gente joven que cotice a la Seguridad Social. En una palabra: impuestos.
Faltan personas que paguen los impuestos necesarios para que los jóvenes y los menos jóvenes de hoy puedan cobrar una pensión y tengan garantizados servicios públicos como los que tenemos ahora.
La asociación europea de transportistas UETR estima en 400.000 el número de conductores que faltan para cubrir las necesidades de las empresas transportistas en toda Europa. En España, según Valdivia (asociación de propietarios de camiones), se necesitan unos 5.000 conductores de transportes pesados.
Por su parte el mundo de la construcción da la voz de alarma porque faltan 700 mil personas para dicho sector y más concretamente para llevar a cabo las obras con el dinero que llegará de los fondos europeos, según Pedro Fernandez de la Confederación Nacional de la Construcción.
Pasando a la enfermería España necesita 120 mil enfermeras. Solo en Barcelona provincia la plantilla debería crecer un 43%. Muchas de las enfermeras españolas se van a países que ofrecen condiciones mejores. Entre el 2011 y el 2015, solo el COIB (Colegio de enfermeras de Barcelona) tramitó 1.300 expedientes de emigración. Pese a la mayor demanda por el Covid, el año pasado se fueron 139.
Y nuestros vecinos están viviendo casos parecidos. Restaurantes en París están acortando sus cartas porque no tienen personal para atender a los clientes. Francia también necesita entre 40.000 y 50.000 camioneros. Son el 15 % de las 300.000 vacantes que acumula el país galo en sectores como el hotelero, la construcción o los cuidados, según el Banco de Francia. Su Gobierno acaba de anunciar un plan de 1.400 millones de euros para formar y cualificar a demandantes de empleo allí donde hacen falta.
En Alemania, la situación comienza a ser desesperada. “Necesitamos 400 mil trabajadores en todos los sectores”, admitió este verano el jefe de la Agencia Federal de Empleo, Detlef Scheele
El Reino Unido ha enviado a reclutadores a las prisiones, antes de ofrecer visas temporales hasta Navidad para recuperar trabajadores de la UE expulsados tras el Brexit.
En Galicia, el Instituto Nacional de Estadística (INE) calcula que hay 3.342 vacantes sin cubrir en la comunidad, la octava con más déficit, una cifra muy conservadora que contrasta con las que dan algunos sectores. Solo el transporte necesita unos 2.000 camioneros para operar con normalidad.
Para rematar diremos que España en el sector servicios – incluye actividades como la hostelería, los cuidados o la limpieza – se lleva el oro: registra 105.605 vacantes.
Y a pesar de estos datos, muchos sectores de nuestra sociedad nos siguen diciendo que esos inmigrantes que llegan en patera no tienen cabida. Que nos van a quitar nuestro empleo cuando lo cierto es que los necesitamos como agua de mayo. Y que una vez con papeles e integrados en nuestra sociedad van a trabajar, a pagar impuestos y nos van a garantizar el futuro de los más jóvenes para que puedan ir al médico cuando lo necesiten, para cobrar una pensión o llevar a sus hijos a un colegio público.
Charles Kenny y George Yang, investigadores del estadounidense Center for Global Development han llegado a la conclusión de que “El desajuste entre la demanda y la oferta de trabajadores podrá ser suplido en parte por la robotización de la producción y el estímulo de la natalidad”.
La realidad nos dice que en España y en Europa las mujeres no están dispuestas, no pueden o no quieren, tener más de 1 o 2 hijos.
Eso visto desde una mente fría y calculadora. Mirando a los extranjeros como “personas non gratas”. Si las vemos con los ojos de la solidaridad y de la humanidad, mejor. Todos tenemos derecho a vivir.
Fuente: nuevatribuna.es
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