Durante estos dos meses de confinamiento la sede del Observatorio se ha habilitado como residencia para acogida temporal de personas que se encontraban en la calle.
Concretamente, al inicio del estado de alarma se fue produciendo lentamente y tras presiones de colectivos y sociedad civil la puesta en libertad de algunos internos del CIE de Aluche. Contraviniendo cualquier criterio humanitario y de sentido común, muchos eran puestos en libertad a las puertas del CIE al final de la noche. Aquellos cuya familia o residencia estaba lejos y carecían de recursos tenían que ingeniárselas para pasar la noche en una ciudad confinada. Por ello la primera persona acogida fue un joven residente en Zaragoza a quien ofrecimos comida, techo, cama y calor hasta que logró el dinero y la posibilidad de viajar a su lugar de residencia.
A los pocos días acogimos a una mujer que por su condición quedaba injustamente fuera del sistema de protección social, ella estuvo alojada en la sede hasta que logramos encontrarle un recurso adecuado a su situación.
Más tarde el drama de las personas acosadas y expulsadas por sus inquilinos tocó a nuestra puerta. Es la situación de mucha gente que perdiendo el trabajo no ha podido garantizar la renta y no encontrando comprensión ni recursos se veían abocados a la calle. Son historias sumadas a muchas más por todos los barrios de la ciudad que refuerzan la necesidad de que sean reforzados los servicios sociales municipales y nuestra apuesta por una cultura de la hospitalidad
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