Los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne (La chica desconocidaDos días, una nocheEl niño de la bicicleta…) vuelven, cómo no, al cine social de rostro humano. Pero en esta ocasión con una historia menos esperanzada que otras (curiosamente es la primera vez que los Dardenne muestran un arma en su amplia filmografía). La película nos cuenta la historia de los africanos Tori y Lokita. Tori (Pablo Schils) es un niño, inmigrante ilegal, que conoció a la adolescente Lokita (Joely Mbundu) en la patera. Juntos se ayudaron a sobrevivir en circunstancias extremas. A pesar de su diferencia de edad son inseparables, porque se deben la vida mutuamente. Tori ha conseguido los papeles, pero Lokita no. Además, Lokita debe dinero a los traficantes de personas que la trajeron a Europa. Para conseguir ese dinero y algo más para enviar a su madre y hermanos en Camerún, Lokita —ayudada por Tori— hacen de portadora de droga entre un cocinero y sus clientes. Pero su precaria cotidianidad se pone en peligro cuando obligan a Lokita a encerrarse durante varios meses en una plantación ilegal de marihuana.

La película se plantea con dos polos dramáticos opuestos. Por un lado, el valor positivo de la amistad desinteresada, el amor puro, el mutuo cuidado entre Tori y Lokita. Por otro, la injusticia radical, la explotación y extorsión, y el sufrimiento de unos menores desarraigados y descartados. Males que en el filme encarnan un grupo de narcos despiadado y cruel. En medio, un sistema que con sus protocolos y procedimientos no es capaz de hacerse cargo de forma integral de las necesidades más perentorias de los inmigrantes. Esta bipolaridad se traduce en el espectador en un sentimiento ambivalente. La alegre conmoción que provoca la lealtad incondicional de los muchachos se ve permanentemente oscurecida por la opresión de unas circunstancias que se ciernen fatalmente sobre el horizonte y el futuro de nuestros protagonistas. Los Dardenne han declarado que existe una importante tradición en el cine sobre los migrantes, desde El inmigrante, de Chaplin, a Cry Macho, de Clint Eastwood. Para ellos, el cine solo puede ser arte si se pone de parte de los débiles.

Lo más sorprendente es la fuerza moral de Tori, un niño que tiene que afrontar retos adultos. La película nos muestra su crecimiento, a la vez que la caída de Lokita. El mensaje final es demoledor: la tragedia se habría evitado si Lokita hubiera obtenido los papeles.

La puesta en escena es sencilla, se trata de una película pequeña. Todo gira en torno a los dos personajes. Pero aunque no se trata de la mejor obra de los Dardenne, es igual de incisiva que las demás. Sostiene la película una interpretación fantástica de los dos actores, especialmente la de Pablo Schils, que da muestras de una vivacidad y energías increíbles. La película fue recibida con gran aceptación en los festivales de Cannes y San Sebastián, donde obtuvo sendos premios.

Fuente: alfayomega.es