Medio millón de personas en busca de asilo

Europa acoge ya a más de 2,5 millones de refugiados. Y otro medio millón de personas solicitan asilo cada año. Huyen de sus hogares por guerras, amenazas de muerte, persecución  por razón de género… en países que no garantizan su libertad ni su seguridad. Un proyecto llamado 1000 Dreams, creado por ellos mismos, muestra su realidad más allá de prejuicios y estereotipos. Escuchemos sus voces.

Carlos Damseaux (23 años)

DE VENEZUELA A ESPAÑA POR RAZONES HUMANITARIAS

“Me siento roto por estar lejos de mi familia. Hay un vacío en mi interior”

«Nunca se me había pasado por la cabeza venir a España. En mi país estuve involucrado en protestas hasta que en octubre de 2017, tres meses antes de llegar, me sugirieron irme porque allí no había futuro. Al llegar, comencé a tramitar el asilo político. Me lo negaron, pero me dieron un permiso de residencia por razones humanitarias, y esa es mi situación. Llevo una vida estable, trabajo, vivo con mi novia, mi hermana está cerca, pero me siento roto por estar lejos de mi familia. Hay un vacío en mi interior».

 

Alaa Mohamed Alsiddiq (31 años)

DE EMIRATOS ÁRABES A REINO UNIDO POR EXIGIR DEMOCRACIA

“Mis experiencias me han enseñado a ser fuerte y autosuficiente”

«Mi padre está preso desde hace ocho años y yo dirigía la Unión de Estudiantes cuando, en 2012, firmé un manifiesto para exigir democracia y un Parlamento representativo. Al ver que arrestaban a los firmantes, a mis compañeros, hui a otro país. Al poco de llegar, fui al Consulado a renovar el pasaporte y me dijeron que, si no volvía, me retiraban la nacionalidad. Pasé seis años sin poder viajar, como una prisionera. Al final pude llegar a Londres y solicitar asilo. Mis experiencias me han enseñado a ser fuerte y autosuficiente. Sueño con que algo cambie en mi país y dirigir allí una escuela, un centro de investigación… Incluso ser ministra de Exteriores».

 

LK (38 años)

DE HONG KONG A FRANCIA POR PROTESTAR CONTRA CHINA

“Aquí me siento una extraña. Una vez intentaron pegarme. Me acusaban de haber creado la covid”

«Con frecuencia sueño que me despido de mi familia y de mi pareja. No pude hacerlo antes de huir, y no decir adiós a las personas que amas te pesa siempre. Soy artista, actriz, periodista y activista pro derechos humanos y me fui porque protestar a favor de la democracia puso en peligro a mi familia. Estoy triste y me preocupa su seguridad, pero les digo que estoy bien, todo positivo; ya tienen bastante con lo que viven en Hong Kong. Esta es la gran carga del refugiado. En Francia, me siento una extraña. Una vez quisieron pegarme: ¡me acusaban de crear la COVID!».

 

Aram Gholami (33 años)

DE IRÁN A GRECIA POR QUE SU FAMILIA NO APROBABA A SU PAREJA

“Encarcelaron a mi novio por ‘robo de virtud’ y por ‘insultar al líder supremo'”

«Mi hermano es un mando de la Guardia Revolucionaria al que no le gustaba mi pareja. Me decía que le dejara, que bebía alcohol. Pero yo no pensaba abandonarlo. Así que empezó a pegarme, tan fuerte que a veces acababa en el hospital. Llegó a romperme la nariz y la mandíbula, después de patearme en el jardín de casa con sus botas de militar. Lo demandé, pero solo obtuve algo de dinero por compensación. Al final decidimos casarnos a escondidas en un oficina del Registro, pero, no sé como, se enteró y allí se presentó. Nos golpeó a todos: a mí, a mi esposo, a su padre y amenazó a toda su familia. Otra vez, íbamos por la ciudad en coche y nos detuvieron. Golpearon a mi esposo y lo encarcelaron por «robo de virtud». Cargo al que añadieron: «insultar al líder supremo». En cuanto salió bajo fianza huimos a Turquía y allí, por fin, nos casamos. Fue triste hacerlo en un país extranjero, lejos de mi familia… El caso es que mi hermano se enteró y, al poco, supimos que nos buscaba una gente de la embajada para arrestarnos. Conseguimos entrar en Grecia de forma clandestina, pero aquí ha sido todo muy difícil. Además de que intentaron deportarme, vivir en el campo de refugiados de Moria, en Lesbos, fue como el infierno. Ahora estamos en una casita en la ciudad, en Mitilene, y todo va mejor, pero yo solía ​​ser una persona alegre y ya casi no río; me siento bastante melancólica. Mi sueño es seguir estudiando obstetricia y ginecología y obtener mi título».

Fuente: diariosur.es