El modelo alemán de acogida a refugiados, símbolo de solidaridad y compromiso humanitario, se encuentra en un punto de inflexión. La presión de una migración sin precedentes, combinada con el discurso antiinmigración y la fragmentación política, influyen en el cambio radical en las políticas alemanas y, por extensión, en la postura de la Unión Europea. ¿Comenzó el ocaso de la «cultura de bienvenida» a los migrantes?

La crisis de refugiados en Europa ha alcanzado proporciones sin precedentes. A finales de 2023, el total de personas desplazadas por la fuerza y apátridas en Europa llegó a 22,5 millones a finales, un leve incremento respecto de los 21,8 millones de 2022 que se atribuye a diversos conflictos y crisis globales, además de la guerra en Ucrania.

En 2023, se registraron 1.129.640 solicitudes de asilo en Europa, un aumento del 18% con respecto a 2022 y el nivel más alto desde 2016. Alemania recibió el mayor número de solicitudes de asilo por primera vez en 2022, con 218.000 peticiones, el 25% de las solicitudes en la UE.

El costo de la política de refugiados de la Unión Europea se ha vuelto crítico con el actual aumento de solicitudes de asilo, presión migratoria, y una economía que apenas sale del estancamiento. En el presupuesto de la Comisión Europea para 2025, se asignan 2.100 millones de euros para el apoyo a migrantes y solicitantes de asilo.

Los cambios en Alemania reflejan los desafíos que enfrenta Europa. En 2015 recibió más de un millón de refugiados, sobre todo sirios, pero en 2024 la escasez de viviendas, la saturación de los servicios públicos y el aumento de la delincuencia han generado un clima de tensión social que ha sido hábilmente explotado por el populismo de derecha e izquierda.

El aumento del sentimiento antiinmigrante influye en las decisiones de gobierno y en el discurso público. La presión sobre las instalaciones de recepción de refugiados y el aumento de la inseguridad condujeron a medidas migratorias más rigurosas y al recorte de las prestaciones.

El cambio de rumbo es evidente. La «cultura de bienvenida» ha dado paso a un discurso menos afable y a medidas para limitar la llegada de nuevos migrantes. La implementación de controles fronterizos, la aceleración de los procedimientos de deportación y la reducción de las prestaciones sociales para los refugiados son solo algunas de las medidas aplicadas.

Solingen: punto de inflexión

El ataque de Solingen de agosto de 2024, perpetrado por un simpatizante del Estado Islámico, sacudió los cimientos de la política de asilo alemana. El atacante, un sirio de 26 año de edad a quien le habían rechazado la solicitud de asilo, armado con un cuchillo atacó a una multitud durante un festival y mató a tres personas e hirió a otras ocho.

El ataque produjo en Alemania un cambio radical en la percepción pública y política de la inmigración. El gobierno de Olaf Scholz calificó el ataque como «terrorismo contra todos nosotros» y subrayó la necesidad de repatriar a migrantes sin derecho a permanecer en el país.

Los partidos políticos utilizaron el incidente para reforzar el discurso antiinmigración que generó un clima de temor y desconfianza hacia los refugiados, en especial los procedentes de países vinculados con el terrorismo. Entre los ciudadanos se intensificaron los temores y se avivó el racismo y la xenofobia.

Finalmente, se endurecieron las leyes migratorias, se restringieron las solicitudes de asilo y se limitó la asistencia a los refugiados y aumentaron las deportaciones. Un drástico cambio.

Plan de Essen

Alemania, por su su amplio sistema de bienestar social, resulta muy atractivo para los inmigrantes. Pero podría estar a punto de cambiar. La ciudad de Essen está considerando convertirse en la primera localidad en exigir a los solicitantes de asilo y a los beneficiarios de la asistencia social que se incorporen a los trabajos comunitarios para seguir recibiendo los beneficios.

Su plan implica que todos los beneficiarios menores de 65 años serán sometidos a evaluaciones periódicas para determinar su capacidad laboral. Los aptos serán derivados a una oficina de empleo y se les asignará un empleador. Además, deberán realizar tres horas de trabajo comunitario diarias o se les reducirá el salario. El enfoque se inspira en el modelo holandés de «trabajo primero», que retira los beneficios si no muestran esfuerzos razonables para encontrar trabajo.

La propuesta de Essen ha encendido el debate sobre la sostenibilidad de un sistema de bienestar generoso en medio de una coyuntura económica desfavorable. Consideran que el empleo y la búsqueda de trabajo deben ser as prioridades.

Unos 5,5 millones de personas reciben pagos en virtud del sistema universal Birgergeld, implementado por la coalición hace dos años. El plan ofrece pagos de asistencia social sin vinculación a las contribuciones a la seguridad social, a diferencia del anterior sistema. Un adulto soltero recibe el pago básico de 563 euros al mes y 1.012 euros para una pareja. Al contribuyente alemán le significan 50.000 millones de euros con gastos de administración y vivienda.

Reducir costos mirando hacia Ruanda

La Unión Demócrata Cristiana considera que la asistencia a los migrantes facilita el desempleo en un mercado laboral altamente competitivo y propone reemplazar el sistema por un programa de «seguro básico» que podría ahorrar 10.000 millones de euros al año. El gobierno alemán propuso reducir los beneficios del asilo a «pan, jabón y alojamiento» y darles un boleto de autobús o tren para que regresen.

El gobierno alemán también baraja la opción de Ruanda como una posible solución para gestionar los flujos migratorios. La propuesta reaviva el plan fallido del Reino Unido. Joachim Stamp, miembro del Partido Democrático Libre, propuso enviar inmigrantes a Ruanda, donde están vacías las instalaciones preparadas por los británicos para albergar a los solicitantes de asilo, son una solución rápida y económica.

El albergue de Kigali, en Ruanda, ha esperado por más de dos años a los solicitantes de asilo procedentes del Reino Unido y el nuevo gobierno laborista abandonó el plan. Alemania considera utilizar las instalaciones para procesar a los solicitantes de asilo bajo la supervisión de las Naciones Unidas.

Complejo como un rompecabezas de un millón de piezas

La economía de Unión Europea muestra signos de una tímida recuperación. El crecimiento sigue siendo frágil y sujeto a muchos riesgos externos. Pero la presión migratoria sigue aumentando y ha adoptado una postura más restrictiva. Medidas como el Pacto sobre Migración y Asilo, la Directiva de Retorno y la propuesta de centros de deportación a terceros países reflejan una voluntad de controlar los flujos migratorios, acelerar los procedimientos de devolución y externalizar la gestión migratoria.

En un contexto de creciente presión migratoria y auge de partidos antiinmigración, una política que limite los derechos de los refugiados puede exacerbar las tensiones sociales y alimentar el discurso del odio. La solución de la crisis migratoria en Europa no radica en medidas aisladas y la falta de soluciones efectivas también genera frustración entre los ciudadanos y debilita la confianza en las instituciones. La crisis migratoria es un rompecabeza mucho más grande y complejo que no se soluciona cerrándole las puertas a los migrantes.

Fuente: cambio16.com