La migración vuelve a estar en el ojo del huracán de la política, los países receptores de migrantes que están en pleno proceso de elecciones presidenciales son aquellos que tienen el tema al “rojo vivo” y que puede llegar a representar una amenaza contra los valores democráticos, la estabilidad social y la paz.
Cuando las posturas extremas salen a la palestra pública, en programas de gobierno, promesas de campaña y en acciones/políticas públicas de urgencia para ganar votos, entramos en una fina línea entre “libertad de expresión / libertad ideológica” y “discurso del odio”. La historia nos ha demostrado que el genocidio y las atrocidades en masa comenzaron con expresiones de odio.
Es preocupante que líderes políticos y figuras públicas deshumanicen a los migrantes y grupos minoritarios, llegan a generalizar y describir a grupos enteros de personas como peligrosos o inferiores, como ya lo hemos visto en otras etapas de la historia mundial esto conllevó a tragedias mundiales. Vemos como el ejercicio de la violencia demarcada por la extranjerización es definido como el “enemigo” en los discursos de los líderes políticos y sociales locales.
Lo expresaba el mismo Secretario General de la ONU, António Guterres, al señalar que “el discurso del odio es en sí mismo un ataque a la tolerancia, la inclusión, la diversidad… socava la cohesión social, erosiona los valores compartidos y puede sentar las bases de la violencia…”, por eso en el plan que planteó en el 2019 señaló dos objetivos principales: primero el abordar las causas fundamentales de la incitación del odio como la violencia, la marginación, la discriminación, la pobreza, la exclusión, la desigualdad, la falta de educación básica y las instituciones estadales débiles; y el segundo objetivo el permitir que las Naciones Unidas respondan de manera efectiva al impacto del discurso del odio en las sociedades.

Un ejemplo es lo que les sucede a los refugiados que han huido a Europa de los países como Siria y Afganistán que son percibidos como “terroristas potenciales” por la ciudadanía europea. Esto producto del discurso de dirigentes y algunos países que han alimentado el miedo y el prejuicio sobre este tipo de situaciones. Por eso el Alto Representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones ha propuesto una campaña contra el racismo y la xenofobia llamada “Juntos: respeto, seguridad y dignidad para todos”, que busca usar las redes sociales para difundir historias reales de refugiados, dar a conocer la realidad de lo que viven en sus países de origen y en los de acogida para sensibilizar a los ciudadanos de los países receptores.
Por su parte el Relator Especial sobre cuestiones de las minorías de la ONU ha expresado que “muy a menudo, al discurso de odio le siguen los delitos de odio y la violencia”, considera muy importante sobre el discurso de odio en línea que los países deberían crear un marco internacional que se guíe por los derechos humanos, pues en los informes que han realizado se evidencia la inacción recurrente por parte de las autoridades o una sobreprotección que puede llegar a violaciones de la libertad de expresión, debe conseguirse un punto medio para la protección de las minorías, que incluye los migrantes, como de cualquier ciudadanos que desee expresar su opinión. Así mismo, señala el relator que se debe adoptar una definición legal e internacional sobre los que debemos entender como “discurso del odio” basándose en los elementos de los derechos humanos, especialmente libertad de expresión. Añade que para empoderar a las minorías los Estados deben asegurarse que las plataformas de internet y las redes sociales tengan un marco legal que las regulen y unos procedimientos rigurosos

para evitar la propagación del discurso de odio, racismo y xenofobia.
Cuando hablamos de discurso del odio tenemos que tener en cuenta: 1) que se pueden materializar en cualquier expresión, incluidas imágenes, dibujos animados o ilustraciones, memes, objetos, gestos y símbolos que pueden difundirse por redes sociales, medios de comunicación, pancartas, afiches, etc.; 2) el mensaje debe ser discriminatorio o peyorativo de un individuo o un grupo; y 3) debe centrarse en factores de identidad reales o percibidas de un individuo o grupo.
En mi artículo “El delito de Odio sigue creciendo en España” vemos que la xenofobia sigue incrementándose en los últimos años, tenemos un 31,75% de incremento en este tipo de delitos, lo que demuestra que este es un problema latente dentro de la sociedad española que puede verse incrementado este año con los mensajes que por redes sociales algunos dirigentes han realizado en contra de la migración en el contexto de las promesas electorales y discursos de campaña.

Estrés postraumático de los delitos de odio 

Los efectos emocionales del discurso de odio sobre la población migrante vienen ocasionados por la desinformación de personas que hacen comentarios bajo la ignorancia y en las peores situaciones llegan hasta el punto de la agresión física y verbal, convirtiéndose en algunos casos en delitos de odio.
Según un estudio del Parlamento Europeo sobre el impacto de las campañas de desinformación sobre migrantes y grupos minoritarios en la Unión Europea señala que “la desinformación ciertamente puede contribuir a un clima de hostilidad, o `una esfera de odio’”. Cuando el parlamento habla de “esfera de odio” hace referencia a que el discurso de odio es un circulo vicioso que hace un daño irreparable a la persona, a la familia y a la sociedad en pleno, pues son muchos los actores activos y pasivo que intervienen en la creación y divulgación de este tipo de discursos contra la población migrante, exacerbado en la actualidad por la globalización de los medios de comunicación y de las redes sociales que en cuestión de segundos puedes convertirse en una bola de nieve imparable y con consecuencias mortales.
Con estos discursos se contribuye a la pérdida de autoestima en los migrantes, generan sentimientos de miedo, soledad y aislamiento, que puede mantenerse por años en la persona migrante por sentirse en situación de vulnerabilidad y de exclusión social en el lugar donde reside. Esto debe sumarse al duelo migratorio, el trauma de mudarse y del proceso de tránsito (caminando, botes precarios, campamentos de acogida, etc.) que llevan al migrante a un estado de sufrimiento que degenera en muchas dificultades mentales, sin importar la edad, principalmente la ansiedad y depresión.
Si sometemos a cualquier ser humano a constante estrés pues tendrá efectos negativos sobre su salud física y mental, lo mismo pasa con los migrantes quienes están en el foco de políticos, actores sociales y ciudadanos del país donde están de tránsito o donde será su próxima residencia que reciben ataques de odio a diario, pues los especialistas han descrito que los migrantes que viven estos acosos desarrollan “estrés postraumático” y “trauma crónico”, especialmente en los jóvenes que viven sus vidas en el ciberespacio, donde su experiencia en las ciberplataformas suelen conformar sus valores, actitudes y acciones.
Hablamos de postraumático porque muchos migrantes ya sea a la salida de su país de origen, en la trayectoria o rutas migratorias y en el país de acogida sufren situaciones mucho estrés que van desde agresión físicas y/o verbales hacia ellos, sus familias, sus parejas; agresiones sexuales de quienes integran los cuerpos de seguridad o de organizaciones de tráfico de seres humanos, la muerte de seres queridos o de otros miembros del grupo que viajan con ellos, la falta de comida y medicinas, etc.

¿Cómo identificar estos discursos de odio según el Plan de Acción de Rabat?

Es un plan orientado a la prohibición de la apología del odio nacional, racial o religioso que constituye incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia. En él se recogen varias recomendaciones para países, medios, empresas, sociedad civil y organizaciones religiosas sobre cómo dirimir cualquier tensión que se pueda surgir entre la libertad de expresión y la prohibición de la incitación a la violencia.
Con este plan las Naciones Unidas busca mejorar la comprensión de los esquemas legislativos, las prácticas judiciales y las políticas relativas al concepto de incitación al odio nacional, racional o religiosos, y al mismo tiempo verla por el plena respeto de la libertas de expresión.
Para que se pueda evaluar si estamos o no en presencia del discurso del odio el Plan de Acción de Rabat se ajusta a artículo 20 del PIDCP y crea una “prueba umbral” que consta de seis parámetros que los Estados deben evaluar:
1) el contexto social y político; 2) la categoría del hablante; 3) la intención de incitar a la audiencia contra un grupo determinado; 4) el contenido y la forma del discurso; 5) la extensión de la difusión y; 6) la probabilidad de causar daño, incluso de manera inminente.
La Alta Comisionada, Michelle Bachelet, reiteró que el Plan de Acción de Rabat hace hincapié en la función de los dirigentes políticos y religiosos en la prevención y condena de la intolerancia, los estereotipos discriminatorios y los casos de discurso de odio. Por otra parte, el Consejo de Supervisión de Facebook en el año 2021 en tomado en cuenta este plan en sus decisiones internas, utilizando sus seis factores para evaluar la capacidad de la expresión para crear un riesgo grave de incitación a la discriminación, la violencia u otra acción ilegal.
 

¿Qué pueden hacer los Estados?

Los estados deben trabajar de forma activa en la elaboración de políticas que garanticen los derechos a la igualdad, la no discriminación y la libertad de expresión, así como el derecho a vivir una vida libre de violencia, mediante la propagación de la tolerancia, la diversidad y las opiniones plurales.
Es importante que se evite la re-victimización de los migrantes por parte de los sistemas garantes de derechos en materias como sanidad, educación, viviendas, empleos, justicia, etc. y procurando otorgarle ayuda psicológica en todas las fases del proceso de migración.
La barrera del idioma también afecta, por ellos los Estados deben garantizar que quienes atiendan a los migrantes tenga conocimiento del idioma original o contar con traductores con experiencia para que la comunicación sea fluida y evitar que se comentan errores que violen sus derechos humanos.
Como prevención los Estados deben dar mayor valor a la educación, enfatizar que para tener una verdadera transformación es necesario la educación como un instrumento para abordar las causas profundas de este fenómeno y sus desencadenantes. Este problema debe ser abordado desde la perspectiva educativa, reforzando las políticas y los programas educativos con medidas específicas que traten y contrarresten el discurso del odio. Para eso es importante que se genere un pensamiento crítico en las nuevas generaciones, para que puedan identificarlas y contrarrestarlas tanto en el mundo virtual como en el real.
En cuanto a la educación, las Naciones Unidas en su Estrategias y Plan de Acción para la Lucha contra el Discurso del Odio se auto impone como acciones en concreto el tomar medidas al interno en el ámbito de educación formal e informal para implementar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4, promover los valores y las competencias de la educación para la ciudadanía mundial y aumentar a alfabetización mediática y de información.