Cada año el conjunto de las naciones conmemora el 18 de diciembre el Día Internacional del Migrante. Si bien la actualidad es más amplia, con tantos focos en las rutas de muerte o en las causas que las provocan, comparto una reflexión que concluye con seis aspectos pero que comienza con dos espectros que ya afectan a nuestro país, recurren Europa y el mundo entero: la utilización de las personas migradas y su sufrimiento como “arma de guerra híbrida” entre países y la utilización de las personas migradas como “chivo expiatorio” y único foco electoral para aglutinar el descontento popular, ocultar otros problemas y como principal recurso para ganar votos.
En muchos países está saliendo políticamente rentable mentir y reducir la dignidad del migrante a enemigo, invasor, peligro, delincuente. Esta mentalidad o este modo de proceder supone un retroceso en derechos y en cotas de humanidad. Ambas conductas son perversas e injustificables, si alguien recurriera a la fe católica para ello estaría en un error. No sólo por lo que las ciencias humanas contribuyen a desmentir y nos enseñan en torno al complejo fenómenos de los flujos migratorios y sus factores; sino porque tampoco es sostenible en nombre de los valores europeos o de la “civilización cristiana” que supuestamente se pretende defender. El valor de hospitalidad es el que más ha estructurado la conciencia europea y católica en el pasado y así será si queremos llegar juntos al futuro.
Aunque la efeméride de hoy no sea eclesial, es ocasión para remitirnos a ese faro para navegantes de nuestro tiempo que es el Evangelio de Jesús de donde beben la Enseñanza Social de la Iglesia y el magisterio de losgrandes papas del s.XX y XXI. No es la civilización del odio ni la xenofobia o aporofobia la que la Iglesia predica, sino la “civilización del amor”. A la que se opone el reconocido como uno de los mayores negocios en redes sociales, el negocio del odio, que ya resulta más lucrativo que la pornografía.
Si bien la realidad es tozuda, más persistente es el deseo de vida digna y justa de las personas migradas, junto a las que tantas comunidades y entidades eclesiales caminamos. Toca entonces con paciencia y alegría, escuchar, educar, prevenir, sensibilizar, proponer la verdad y seguir integrando, incluyendo, celebrando pequeñas victorias.
Me sitúo en la “otredad”, que busca ponerse en el lugar de los otros, con los otros, y explorar “otras” alternativas viables en relación a las migraciones en nuestro país y en Europa. Desde ahí termino mi reflexión exponiendo seis puntos que no agotan la misión integralmente pastoral del Departamento de Migraciones, pero que sí la acompañan en el día del año que termina y del que pronto comenzará:
1.- Tal como se planteó en el documento de propuestas políticas presentado por Caritas a todos los partidos políticos, necesitamos una política migratoria y normativas de extranjería que contemplen oportunidades más allá del mercado laboral, mejorando las vías legales y seguras de acceso regular de las personas migrantes. Vías legales y seguras, eso es lo que mejor combate a las mafias.
2.- Seguiremos trabajando para reactivar la proposición de ley de regularización extraordinaria de personas migrantes, cuyo trámite parlamentario fue interrumpido por la convocatoria electoral. Una iniciativa legislativa popular que cuenta con el aval de cientos de miles de personas españolas y es fruto del impulso común de personas migrantes, organizaciones sociales, entidades eclesiales, etc.
3.- Respecto del futuro Pacto Europeo sobre Migración y Asilo, no nos conformamos con las diversas posturas de los Estados miembros de la Unión Europea al seguir priorizando políticas restrictivas en materia de protección internacional y la reducción de las garantías en los procedimientos de solicitantes de asilo. Externalizar, encarcelar, no son signos de vida. Discerniéndolos desde las claves de la Enseñanza Social de la Iglesia llegamos a la conclusión de que no podemos apoyar a Pactos que comprometan los derechos humanos y los valoresfundacionales de la UE.
4.- Es urgente abordar y remediar el colapso en las solicitudes de protección internacional en España que afecta a las diversas administraciones públicas concernidas, (Ministerios, CCAA, ayuntamientos) y que conlleva sufrimiento, indefensión, pobreza y sinhogarismopara personas y familias, muchas de ellas con hijos menores a su cargo.
5.- En relación al aumento de flujos migratorios hacia las Islas Canarias compartimos la Propuesta conjunta de mejora en la atención y la acogida de migrantes que las Delegaciones de Migraciones y Caritas de las dos diócesis canarias realizaron el pasado mes de noviembre. Resultando especialmente preocupante la vulneración de derechos de los menores migrantes de edad que por ley no deben estar y están en los centros de acogida para migrantes adultos y terminan abocados a situación de calle, como ya está sucediendo.
6.- Seguiremos potenciando el trabajo en red entre entidades eclesiales y/o diócesis, con el fin de desarrollar un modelo de acogida digno a las personas migradas apoyando los proyectos destinados a favorecer tanto la “cultura de la hospitalidad” como el que las personas sean realmente “libres de elegir si migrar o quedarse” (papa Francisco, JMMR 2023). Trabajando en red entre nosotros y con las diócesis de origen de las personas migradas, fundamentalmente las concernidas por la ruta atlántica.
Xabier Gómez OP, Director del Departamento de Migraciones CEE
Fuente: religiondigital.org
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