España es uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo: unos 83 años de media (86 en el caso de las mujeres) que se espera que aumenten progresivamente durante los próximos años. Sin embargo, combinada con la baja tasa de natalidad, de solo 1,3 hijos por familia, está provocando un envejecimiento progresivo de la población, que ya se sitúa en los 42,5 años de media, cuando en el año 1950 era de 27,5.

Además, también ha aumentado considerablemente la edad a la que las mujeres tienen su primer hijo, que en España se sitúa en los 32 años de media, así como las edades máximas a las que se producen embarazos, que gracias a la tecnología médica y reproductiva ha aumentado hasta la franja de los 40 a los 50 años.

Como consecuencia de todo ello, según el premio Nobel de Economía en 2004, Finn Kydland, se está reduciendo el porcentaje de población activa con respecto a la que se encuentra en edad de jubilación, pasando de 7,8 trabajadores por pensionista (en 1950) a los 3,3 (en 2017) y previendo que se sitúe en en 1,7 en torno al año 2075.

El galardonado economista ha analizado este lunes el factor de la edad de la ciudadanía en el desarrollo de la economía y la sociedad española y mundial, en un futuro cada vez más próximo, en un desayuno-coloquio organizado por el Club INFORMACIÓN, diario de Prensa Ibérica, y Savia Centros Residenciales, con la colaboración de los premios Rei Jaume I.

En el acto, moderado por el director del Club INFORMACIÓN, Toni Cabot, también ha intervenido Gerardo Cruz, director general de Savia Centros Residenciales, quien ha puesto el foco en paliar las consecuencias del aumento de la edad media de la población con políticas de envejecimiento activo; y Carmen Herrero, de la Universidad de Alicante, que ha presentado al galardonado economista con un repaso a su biografía.

Según Kydland, a todo ello se suma que la mujer está reduciendo su participación en la vida activa, al dedicarse de manera general al cuidado tanto de los hijos como de los mayores. Un dato, el de la participación de las mujeres en el mundo laboral, que en los últimos años había aumentado hasta situarse en el 47% pero que el Nobel predice que se reducirá considerablemente en los próximos años.

Este problema demográfico podría poner en riesgo el estado de bienestar actual, al dificultar la sostenibilidad del sistema público de pensiones. Por lo que es necesario abordar soluciones desde los Gobiernos para tratar de paliar las consecuencias del envejecimiento de la población.

Soluciones

Como principales claves, Kydland distingue principalmente dos: recurrir a la inmigración para aumentar la población activa y buscar alternativas a los cuidados para que la mujer no disminuya su participación en el mercado laboral.

En el caso de la inmigración, el economista reconoce que puede ser una medida “provocadora” por diferentes motivos, pero se refiere al trabajo de uno de sus alumnos en el que se estudió hasta qué punto se podría evitar subir los impuestos recurriendo a población inmigrante. Las conclusiones del artículo señalaban que, para conseguirlo, lo óptimo sería buscar personal cualificado de en torno a 33 años.

En cuanto al papel de la mujer en la población activa, el Nobel señala que la reducción de la población en edad de trabajar afectará negativamente al crecimiento de la economía hasta el punto de que, en 2055, esta será un 17% inferior a lo que podría haber sido si la demografía hubiese continuado creciendo al ritmo de 2017.

Como ejemplo de solución: el caso de su país natal, Noruega. Allí, según Kydland, es más fácil encontrar soluciones para el cuidado de los niños o para llevarlos a la guardería y a la escuela, lo que favorece la participación de la mujer en el mundo laboral.

 

Fuente: epe.es