Este martes, día en el que se celebraba el XLIV aniversario de la Constitución, día en el todo el país estaba pendiente del partido de octavos de final del Mundial de Qatar entre España y Marruecos, la lacra de la inmigración ilegal volvía a mostrar su cara más dura, evidenciando que lamentablemente existen situaciones que se siguen produciendo que debería llevar al ser humano a dejar de preocuparse de cuestiones tan banales.

Y es que cuando nos encontramos con personas que no temen poner en riesgo sus vidas para intentar encontrar un futuro mejor, como el yemení que esta pasada madrugada del martes  perdía su vida por intentar alcanzar tierras españolas, las celebraciones, como las vividas este martes, deberían pasar a un segundo plano, ya que esto evidencia que hay cosas que no funcionan y que queda mucho trabajo por delante para evitar este tipo de situaciones.

Cada año que pasa, las cifras de personas fallecidas en su intento por alcanzar un futuro mejor aumenta, siendo el Mediterráneo una de las mayores fosas comunes existentes debido a la inmigracción irregular.

Los países, con políticas erróneas en este campo, no saben como frenar una lacra que es utilizada por las mafias, que se aprovechan de las miserias de estas personas para lucrarse y llenarse los bolsillos, sin importarles lo más mínimo que ocurra con esas personas una vez que inician su peligroso recorrido en busca de un futuro esperanzador.

Cada muerte que se produzca en el ámbito de la inmigración ilegal debe suponer un suspenso en las políticas migratorias que los países ponen en marcha. Desde hace tiempo se puede observar que las actuaciones llevadas a cabo a la hora de intentar erradicar la inmigración ilegal no dan sus frutos, por lo que habría que comenzar a buscar nuevas fórmulas, endurecer la lucha contra estas mafias, así como las sanciones  y penas para quien trafica con seres humanos, ya que de lo contrario y lamentablemente, esa cifra de personas que pierden sus vidas en el intento de alcanzar un mundo mejor seguirá creciendo como hasta ahora.

Una sociedad que quiere denominarse como moderna, del siglo XXI, no podrá serlo mientras se sigan produciendo estos lamentables hechos, y nuestras autoridades tienen mucho que decir en todo ello y mucho trabajo por delante para intentar erradicarlo.

Fuente: elpueblodeceuta.es