La huida sin precedentes de mujeres y niños por la guerra de Ucrania ha activado todas las alarmas por el desembarco de organizaciones criminales en las fronteras que buscan “esclavas” del siglo XXI, es decir, mujeres para explotarlas sexualmente. La desesperación, la incertidumbre y la hambruna son el caldo de cultivo perfecto para que las mafias capten para su negocio a mujeres ucranianas, consideradas como “mercancía de lujo” en el mercado de la prostitución por su físico y belleza. “Estas mujeres están muy demandadas por los clientes y ahora es el mejor momento para que estas organizaciones, sin ningún tipo de escrúpulos, se hagan con ellas”, advierten fuentes de la lucha contra la trata de seres humanos que, junto a instituciones europeas y oenegés, están ya movilizadas para combatir a estas redes.

Desgraciadamente también los niños corren peligro en un “execrable” mercado de pederastas o de la mendicidad. Los países europeos están cooperando para –entre unos y otros– poder evitar que sean engañadas, manipuladas y después extorsionadas para prostituirse. Desde España, la Policía Nacional y la Guardia Civil están en continuo contacto con enlaces de otros países, principalmente Polonia y Rumania, donde actualmente se encuentran los grandes centros de refugiados, para extremar los controles.

Desde el Gobierno también se están haciendo movimientos. El Consejo de Ministros anunció ayer que las mujeres “asoladas” por la trata como consecuencia del conflicto bélico que se vive en Ucrania tendrán asistencia integral y alojamiento seguro en España. Por su parte –y de forma paralela–, el Ministerio de Justicia aprobó ayer una orden ministerial para constituir una sección especial encargada de elaborar una ley integral contra la trata de seres humanos. Después de 35 días de guerra tras la invasión de Rusia, los organismos internacionales han detectado que mujeres ucranianas que se encontraban en centros de refugiados han desaparecido y se desconoce su paradero, apuntan fuentes de las investigaciones a La Vanguardia.

Ya hay datos que confirman que las organizaciones criminales están mandando enlaces suyos al terreno para captar su “mercancía”. Desde la sección de trata de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, explican cuál es el modus operandi. La actuación propia de estas organizaciones es enviar a captadores que se caracterizan por su don de gentes y completo dominio del ucraniano para ofrecer trabajo en países vecinos que les permitan hacer una nueva vida.

Aquellos centros, donde los responsables no hablan el mismo idioma, suponen el cóctel perfecto para que estos captadores puedan moverse con fluidez y engañar a estas mujeres sin levantar sospechas. También han detectado personas que se hacen pasar falsamente por miembros de oenegés o ciudadanos que quieren acoger familias de buena fe. Entre las falsas creencias que les ofrecen es un trabajo en el sector turístico, en hoteles o como modelos. Una vez que llegan a destino, han generado una supuesta deuda por el desplazamiento y la única manera de pagarla es prostituyéndose.

Como bien advierten fuentes de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedad Documentales (UCRIF) de la Policía Nacional, “la maquinaria de estas organizaciones no para”. Aún no hay confirmado ningún caso de víctima en España, pero las mismas fuentes aseguran que ya hay abiertas varias líneas de investigación sobre la posible trata de ucranianas refugiadas en España.

Otro de los datos que manejan es que no solo podrían estar siendo captadas en la frontera de Ucrania, sino también a su llegada a España. Por eso, tanto la Policía como la Guardia Civil han advertido a sus brigadas provinciales que estén en máxima alerta para detectar movimientos en los clubes, promoviendo, entre otras cosas, inspecciones.

Por otro lado, desde la Comisaría General de Extranjería y Fronteras se está procurando identificar a todas aquellas personas ucranianas que llegan a España, para llevar un control lo más exhaustivo posible y evitar así ser captadas por las mafias. Aun así, todos coinciden en que todavía es demasiado pronto para saber los estragos reales de esta guerra.

Fuente : La Vanguardia