Este viernes 20 de junio, al conmemorarse el Día Internacional de las Personas Refugiadas, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) ha hecho público un mensaje en el que llama a “a las instituciones” a “generar respuestas de acogida y hospitalidad para las personas en necesidad de protección internacional”.

Y es que, “en los últimos meses y años, se han venido observando numerosas trabas que dificultan el acceso al asilo para las personas que se han visto forzadas a migrar por diferentes motivos”. Por ello, “desde la sociedad civil”, se alza la voz contra “el colapso en el acceso al sistema de citas para la solicitud de asilo, sin que se hayan desarrollado medidas efectivas que puedan paliar esta saturación”.

Sin citas disponibles

La consecuencia es que “las personas que quieren pedir protección no encuentran citas disponibles a través de los canales oficiales, lo que produce situaciones de desprotección e irregularidad que desembocan en el riesgo de exclusión social”.

Por si fuera poco, “la reciente reforma del Reglamento de Extranjería establece que el tiempo transcurrido desde que las personas que solicitan asilo hasta la resolución de su expediente, para la cual pueden pasar años, no computará como tiempo de estancia previa requerida para poder acceder a solicitar vías de regularización, como son las figuras de arraigo”.

Una medida que “supone condenar a la irregularidad a estas personas, al mismo tiempo que mezcla dos ámbitos de distinta naturaleza como son extranjería y protección internacional con el objetivo de desincentivar la petición de asilo y paliar el colapso del sistema de refugio”. Ante esta grave situación, “urge una solución para las personas solicitantes que ya estaban en territorio español y que quedan desamparadas por la reforma”.

Huyen de la persecución

Otro fenómeno preocupante es que “se viene observando la escasa existencia de vías seguras y legales para quienes dejan su país de manera forzosa, por razones de persecución política, religiosa o sexual, conflictos armados o cambio climático, entre muchas otras”. Lo que produce que “miles de personas cuyas vidas están en riesgo ponen aún más en riesgo su integridad física tratando de llegar a España en rutas marítimas mortíferas o en espacios fronterizos cada vez más hostiles y securitizados”.

Más allá de España, la situación a nivel continental tampoco es halagüeña, pues “el nuevo Pacto Europeo de Migración y Asilo (PEMA) va a generar situaciones de retornos acelerados en fronteras mediante la tramitación exprés de solicitudes de asilo sin el necesario tiempo ni asistencia legal para evaluar con detenimiento cada caso y cada perfil”.

Con tristeza, se deplora que “la Unión Europea apuesta por medidas restrictivas y excluyentes, basadas en la securitización y la externalización de fronteras, en lugar de diseñar políticas que respeten la integridad y los derechos fundamentales de las personas con necesidad de protección”.

Necesidad de corredores humanitarios

El SJM, lejos de quedarse de brazos cruzados, cree que la vía a seguir debe ser la de “facilitar las posibilidades para solicitar asilo en embajadas y consulados, fortalecer los programas de reasentamiento e impulsar vías legales complementarias y adicionales, así como asegurar que los corredores humanitarios sean accesibles a aquellas personas en necesidad de protección internacional especialmente vulnerables o que no pueden acceder a las vías legales existentes”.

Como bien sabe por su propia experiencia la entidad jesuita, cuya labor de acompañamiento a las personas refugiadas y migrantes se plasma “en la línea de la hospitalidad”, el presente y el mañana pasa por apostar por “un modelo de acogida comunitaria que involucra de manera horizontal a las personas migrantes acompañadas, a los equipos técnicos profesionales y a comunidades locales en los procesos de inclusión”.

Un sistema que “cuenta con una participación activa de las comunidades locales a través de personas voluntarias que, con su implicación, generan un alto impacto de transformación social. La hospitalidad es el motor que genera respuestas de acogida y acompañamiento comunitario, que permiten a las personas adquirir herramientas de ciudadanía y autonomía para desarrollar sus proyectos de vida con dignidad y perspectivas de futuro”.

En conclusión, el SJM se dirige a las distintas autoridades, a nivel local, nacional y autonómico, para “promover políticas de hospitalidad que ayuden a que las personas migrantes y refugiadas puedan desarrollar sus proyectos de vida con dignidad”.

Fuente: vidanuevadigital.com