El Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) constata en su nuevo informe sobre la situación de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) en España el «desinterés e indiferencia» que provocan el internamiento y la expulsión a nivel social, comunicativo y político.
Una realidad preocupante, teniendo en cuenta que esta organización de la Compañía de Jesús viene demostrando año tras año desde hace quince que los CIE están «entre las herramientas más aflictivas y represivas de la política migratoria española y europea, aunque no sea la más utilizada».
Es cierto que la utilización de este recurso ha ido decreciendo a lo largo de los años, pero sigue habiendo personas que sufren el estado de sus instalaciones, la precariedad en los servicios, la vulneración de derechos o el trato hostil. «Todo esto cuestiona la legitimidad, la proporcionalidad, la idoneidad y la eficacia del internamiento, así como de la propia expulsión».
Según los datos recabados por el SJM, en 2023 fueron internadas 2.085 personas, la segunda cifra más baja de los últimos quince años y 192 menos que en 2022. En este sentido, hay que tener en cuenta que los CIE que estuvieron activos fueron los de Algeciras, Barcelona, Las Palmas, Murcia y Valencia. El de Madrid solo estuvo operativo la segunda quincena de diciembre, mientras que el de Tenerife permaneció cerrado.
De todos los internados, 1.488 tenían causa de expulsión, 557 de devolución y 40 de salida obligatoria. Fueron ejecutadas el 29,73 % de las expulsiones (919) y el 33,67 % de las devoluciones y salidas obligatorias (201).
«Las cifras transmiten la imagen de un internamiento con sordina: oculto por números que se mantienen relativamente bajos desde la pandemia, que trata de justificarse al aplicarse más frecuentemente a personas con antecedentes penales o policiales, pero que trunca trayectorias de arraigo, la vida familiar, y su carácter azaroso, injusto, en las personas con acuerdo de devolución», recoge el informe.
El aumento de personas con antecedentes penales, explica el SJM, está afectando a la hostilidad en los centros, que ha ido en aumento. De hecho, recoge un caso de agresión entre internos ligado a una mala práctica policial en Algeciras y cuya denuncia «fue obstaculizada y, lo que es más grave, no fue debidamente investigada por el juzgado de control».
Al margen de esta cuestión concreta, denuncia que se siguen poniendo trabajas a las visitas de las entidades de la sociedad civil, de la capellanía y a la orientación jurídica, así como constatan la falta de privacidad en las consultas médicas. Sobre esta última cuestión, piden una reforma de los servicios sanitarios en los CIE.
Propuestas
En sus propuestas finales, la entidad jesuita lanza un mensaje a los medios de comunicación y a la sociedad para que se interesen por las personas afectadas por órdenes de expulsión y devolución, así como por las condiciones de vida en los CIE.
En concreto, pide al Ministerio del Interior que se replantee el destino de las instalaciones del nuevo CIE de Algeciras y a la Dirección General de la Policía que armonice las normas de régimen interior y los usos de los CIE y sea transparente en la publicación de los datos estadísticos.
También reclama a los parlamentarios que incluyan a los CIE y las condiciones de internamiento en su agenda de control al Gobierno.
Los testimonios
Durante la presentación, Paloma Aguilera, voluntaria de Pueblos Unidos, que visita el CIE de Aluche en Madrid, ha denunciado que los voluntarios que ayudan a los internos están cada vez más aislados de ellos, con peor comunicación con los internos y con los trabajadores. Incluso, han sufrido un trato «poco correcto» tanto por la Policía como por los funcionarios. «Sentimos que nos somos bienvenidos», ha agregado.
Así, ha recalcado que hay una mayor vigilancia, no hay entre separación entre locutorios o se llama a los internos por el número.
Aguilera contó el caso de un hombre mayor de Tánger, con más de 20 años en España y con esquizofrenia. Estuvo varias veces ingresado en un hospital y fue desaconsejado su ingreso en un CIE por ser «inhóspito» para él. Estuvo en el CIE y fue expulsado a El Aaiún.
Fuente: algecirasalminuto.com
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