Lo repiten las Naciones Unidas y las ONG: la del Mediterráneo Central es la ruta migratoria más peligrosa del mundo. En lo que llevamos de año 2021 han muerto mientras trataban de llegar a Europa al menos 489 personas, incluidas las 130 del último naufragio el 24-25 abril. Se trata de una estimación a la baja, pues la cifra real podría ser mucho mayor ya que un número indeterminado de embarcaciones desaparece en el Canal de Sicilia sin dejar rastro. «Están muriendo en el mar sin que lo sepamos. Debemos apelar a nuestra conciencia para que los países europeos patrullen el Mediterráneo de modo más eficaz», exige Flavio Di Giacomo, portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La OIM recurre a las estadísticas para desmantelar la falsa creencia de que la presencia de naves de organizaciones humanitarias en el Mediterráneo Central incita a los inmigrantes a echarse al mar, al esperar supuestamente ser socorridos. «Los datos demuestran que estas personas parten igualmente cuando no están los barcos de las ONG, cuyo trabajo se intenta dificultar ahora con motivos burocráticos u organizativos», lamenta Di Giacomo. A su juicio la situación actual del Mediterráneo Central resulta «inaceptable», pues los países europeos deberían contar con la voluntad y la capacidad suficiente para intervenir de manera rápida en el mar y evitar así que se produzcan muertes como las del último naufragio.
«A esos barcos les bastan unos minutos para hundirse. Son tragedias que dejan un sabor amargo porque no hemos hecho todo lo posible para salvar a esas personas», recuerda el portavoz de la OIM. «Las autoridades europeas se rebotan de unas a otras la responsabilidad, lo que produce más naufragios. Y como Naciones Unidas llevamos tiempo advirtiendo que los inmigrantes no pueden ser llevados a Libia, porque no se trata de un puerto seguro».
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