La catedral de Santiago acogió la mañana de este viernes la celebración litúrgica en honor al apóstol Santiago, patrón de España, presidida por el arzobispo de la diócesis compostelana, Francisco José Prieto Fernández. En el marco de esta jornada, se realizó la tradicional Ofrenda Nacional al Apóstol, un acto que se remonta a 1643, instaurado por Felipe IV.
El presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda Valenzuela, realizó la ofrenda en nombre del Estado en Galicia, y, en su mensaje, «llamó a redescubrir valores esenciales como el amor, la justicia y el perdón» Además, expresó su deseo de que Galicia «siga siendo una comunidad plural, solidaria y próspera, comprometida con el cuidado de su entorno y el bienestar de toda su gente».
Por su parte, Prieto destacó en la homilía el tiempo presente y sus desafíos. El arzobispo compostelano hizo un llamamiento a no quedarse paralizados ante las dificultades, sino a responder desde la fe y la compasión: «Encontraremos de nuevo esperanza cada vez que pongamos al ser humano en el centro y en el corazón de las instituciones». Insistió en la necesidad de construir la unidad desde la diversidad, señalando que «la unidad no se preserva con la uniformidad, sino con la armonía de lo diverso».
Frente al clima de inseguridad, guerras, crisis económicas y sociales, pidió levantar la mirada con confianza: «La esperanza cristiana no es un optimismo barato». En este sentido, explicó que no se trata de un pensamiento ingenuo de que «todo saldrá bien» por simple deseo, sino de una certeza basada en la promesa de Cristo: «Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Añadió que «la esperanza no nos hace huir del presente, nos impulsa a vivirlo con responsabilidad y amor», invitando a los presentes a transformar su entorno con gestos concretos de acogida, acompañamiento y denuncia de la injusticia.
Prieto no eludió los problemas sociales y denunció con firmeza realidades dolorosas como la trata de personas, la explotación de mujeres en la prostitución, la violencia contra los niños y las mujeres, y la dramática situación humanitaria en Gaza o la guerra en Ucrania. Rechazó también la instrumentalización política de los migrantes, recordando que «han de ser acogidos desde la legalidad y la fraternidad» condenando «toda violencia racista y criminalización colectiva».
Asimismo, pidió oraciones por quienes ejercen responsabilidades políticas, para que trabajen con honestidad al servicio del bien común, y advirtió sobre la lacra de la corrupción: «Su existencia es un obstáculo para el bien común, una herida al corazón de la justicia y un pecado que afecta a la dignidad humana».
Fuente: alfayomega.es
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